“Más que una obra, vendemos una experiencia de vida”  

"Apuntamos a la calidad de las construcciones, tanto desde el punto de vista de los materiales como de los espacios que creamos", explicó a Somos Uruguay Revista el técnico constructor Mauricio Martínez Di Rago, socio fundador de Martínez Mora Arquitectura, un estudio que tiene como socio a su hijo, el arquitecto Ignacio Martínez Mora. 

¿Cómo se creó Martínez Mora Arquitectura?

Si bien abrimos formalmente el estudio hace un año y medio, somos profesionales con mucha trayectoria. Yo no soy arquitecto, soy técnico constructor, pero tengo muchísimas obras de gran porte ejecutadas para distintas empresas del país y algunas internacionales como Método Brasil. He hecho edificios residenciales en Punta del Este, en Montevideo, plantas industriales como Botnia, reciclaje de edificios con Método Brasil, una infinidad de obras. 

Si bien no soy un profesional, tengo mucha experiencia, y la virtud que encontramos con Ignacio para el estudio es abonar mi experiencia de obra con la juventud de un arquitecto que también ya ha hecho cuatro años de dirección de obra. Entonces ahí entendemos que tenemos un buen diferencial porque conocemos lo que es la obra como para poder sentarnos a proyectar.

¿A qué tipo de público apuntan?

Somos un estudio que estamos apuntando a inversores en un radio de acción que le llamamos la franja costera, Montevideo, Ciudad de la Costa, Punta del Este, Atlántida, y queremos destacar el trabajo de nuestro estudio no por la cantidad sino por la calidad. Nuestro gran diferencial es que queremos hacer obras de calidad, y hacer obras de calidad no siempre significa más dinero, se puede lograr buena calidad con el mismo gasto. Es muy importante tener una mano de obra especializada y añadir nuevas tecnologías. En una industria, que se llama industria de la construcción pero es muy poco industrializada, todos los factores que puedan ayudar a que sea lo más repetitiva posible hacen que los procesos sean más cortos y por lo tanto tener ganancias de mano de obra, que es donde tenemos la gran incidencia del costo del metro cuadrado de construcción.

¿Cómo viene el sector en este momento?

Es un sector que viene hace muchísimos años ocupando en el entorno de los 50.000 puestos de trabajo directos, con algún pico de 60.000, cuando se construyó la planta de UPM2, y ahora estamos en 48.000, 45.000. Sin duda, la cantidad de metros cuadrados que se están construyendo en la franja costera impactan muchísimo en la economía. Y por suerte se sigue en el mismo camino. Sin duda, la Ley de Vivienda Promovida es un gran impulsor de todas las inversiones. Por eso es que existe esa cantidad de metros cuadrados en construcción. La inversión privada, con los beneficios fiscales que da la ley, ha sido una excelente aliada para poder desarrollar distintos emprendimientos.

A nivel de empresa, ¿cómo se proyectan con este nuevo estudio?

Lo que pretendemos es posicionar la marca, pasar a ser referentes en el mercado, no por la cantidad de metros construidos, sino por su calidad. Tenemos un equipo de diseño muy adaptable a cualquier necesidad, eso nos permite hacer barrios privados –como tenemos proyectado–, o edificios en altura, o como lanzamos ahora el proyecto Araucaria, en la Expo Construye.

El estudio se destaca porque siempre hemos intentado diferenciar el cobro de honorarios por etapas. Nosotros no cobramos por cantidad de metros cuadrados a construir, ni cobramos por la cantidad o calidad del metro cuadrado a vender; entendemos que nuestro trabajo es significativo porque acompañamos desde el inicio de la inversión, haciendo todo un estudio previo. 

Vamos al diseño, vemos la viabilidad económica, acompañamos durante toda la construcción y hacemos el cierre final. Tenemos un estudio que tiene cuatro fases de acompañamiento. El análisis primario, el estudio de viabilidad económica, la dirección de la obra –para que en nuestro proyecto se exprese realmente lo que queríamos diseñar– y la etapa de cierre, donde queremos garantizar al cliente inversor que todos esos números que en un momento hicimos en la previsión están siendo cumplidos con la calidad que queremos para nuestros productos.

Por suerte nos pudimos presentar en la Expo Construye, junto con la constructora Dávila y con Hormigones Concretum, dos empresas con las que estamos haciendo en una asociación colaborativa el proyecto Araucaria, que estamos desarrollando en Atlántida, que son 16 unidades de dos dormitorios, donde la diferencia es la calidad de la construcción que queremos tener. Cuando hablo de calidad, no solamente hablo de la materialización, sino también de espacios, áreas grandes, superficies cómodas, terrazas con parrillero, un sum y plantas bajas que van a ser como una casa, porque tienen 90 metros cuadrados de terreno verde, de uso propio. Es un diferencial que tiene ese proyecto.

Después estamos analizando otro proyecto de un terreno de 4.000 metros cuadrados, donde vamos a proyectar 16 viviendas nada más, en una zona bastante exclusiva, que también va a tener muy buena calidad. Buscamos la calidad de vida, buscamos que quien vaya a vivir tenga una experiencia de vida; la vivienda es una inversión muy importante en Uruguay, que va de generación en generación, y entendemos que vendemos una experiencia de vida más que una obra en sí.

¿Cuáles cree que han sido los principales cambios en el sector en los últimos años?

La industria de la construcción es una industria que tiene una incidencia muy grande en la mano de obra. Cada mano es distinta, entonces tener una mano de obra calificada es un gran desafío; los costos de la mano de obra son muy altos, entonces la inyección de nuevos productos, la utilización de nuevas tecnologías hacen que cada vez industrialicemos un poco más esta industria bastante precaria.

Hoy vemos distintas modalidades de construcción, que un tiempo atrás podía llegar a parecer que no eran las más apropiadas para el país, pero el tiempo nos ha ido convenciendo de que sí lo son, y la aplicación de nuevas tecnologías es el gran desafío que tiene todo desarrollador, todo constructor, toda empresa, todo estudio, que tiene que buscar esa diversidad de productos que tenemos hoy en el mercado para que se acoplen al proyecto y puedan disminuir la cantidad de mano de obra, pero sin sustituirla. Hay que maximizarla con nuevos productos que dan más calidad, más confort térmico, una mejor superficie para hacer los acabados. En el tema de pisos y revestimientos tenemos una inyección de productos importados, todo ese tipo de cosas ayudan a la calidad y a que los procesos sean menos prolongados.

¿Cuáles son los desafíos que tiene el sector para los próximos años?

La industria sigue fuerte, entiendo que va a seguir de la misma manera, hay que dinamizar un poco la parte burocrática, que es el gran tema –el peso del Estado– siempre en todo emprendimiento, en todo el desarrollo. Aquel que va a invertir quiere poner la plata a trabajar rápidamente y no podemos darnos el lujo de estar un año u ocho meses para aprobar un proyecto; creo que es el gran debe que estamos teniendo como Estado para seguir atrayendo inversores, que sin duda siguen viniendo porque tenemos un Estado sólido, pero deberíamos tener mayor agilidad. 

¿Cuáles fueron los puntos altos de la Expo Construye?

Para nosotros fue la primera expo como expositores. Uno estaba acostumbrado a la expo tradicional de la construcción que se hace en Montevideo, en el Prado. Acá nos encontramos con algo distinto, una expo en un lugar cerrado donde era más fluido el contacto con la gente y con los propios expositores, entonces hubo una buena oportunidad de escuchar charlas que fueron muy interesantes, un salón de exposiciones que estaba muy bien dividido en sectores, en un lado la parte más industrial, con maquinaria y productos, y en otra parte lo que era diseño y acabados. Como primera experiencia, para nosotros y también la primera edición de la expo en Punta del Este, creo que fue un evento muy importante.

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